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Opinión


La lengua desnuda: Despiertos


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La lengua desnuda: Despiertos
Publicado: 2016-03-07 01:44 / Visitas: 115

Juan José Prieto Lárez

  Un estallido rompió la madrugada, traspasó el silencio, nos mató el sueño.

   Fue premonitorio de lo que posteriormente se le vino encima a la ciudad. Ahora todas las madrugadas son violadas con ataque incesante a su reposo, antes, invencible. Ahora la ciudad duerme atacada, despierta atacada. El silencio ya no se escucha como antes, como un laberinto perpetuo, sin fin, donde nada era nunca. Hace mucho tiempo nuestras vidas cambiaron para siempre, un siempre llevado a rastras con un enorme dolor en el ser que fuimos una vez, que ahora pasará mucho tiempo para vuelva a florecer, como antes, cuando éramos regados de silencio.

   La ciudad ha sido tomada abruptamente por la fascinación al sufrimiento, mucho más: a la muerte. Aquella quietud inmarcesible ganada con rigor por sus propios habitantes, recibe disparos humillantes, un atentado a la costumbre de una realidad con buena salud emocional. Allí no cundía el pecado, solo el natural por la carne, aunque nadie confesara, aun en el más asfixiante triángulo pasionario. Todo cambió de pronto. La irrupción de una aterradora pesadilla advierte un sometimiento colectivo y la concepción de un miedo terrible.

   Desde una perspectiva humana, la indiferencia se convierte en un absceso pecaminoso, porque no se puede hablar siquiera de lo que acontece, mucho menos propiciar alguna quejumbre, proveniente de algún lado, cualquiera puede experimentar una visita inesperada a la hora más inusual dentro de lo que cabe en el estricto rictus de sana urbanidad. Los valores cada vez más se repliegan al pasado. Ahora todo síntoma de calma es una tensa ceremonia por esperar encontrarnos con un rastro de sangre, rezar por el caído.

   Ahora se vive con la identidad del inocente perseguido. Los días se han vuelto una crónica negra, la ciudad se siente con una mancha de encrespamiento que poco a poco se torna costumbre. Son retratos que delatan el insistente atentado contra las noches, madrugadas, y el silencio con el que hasta ahora convivimos. Lo cotidiano es el desaliento. Ahora dormimos despiertos esperando un estallido mortal.

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@Juancho_pey


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