Celis Rodríguez Serrano

El gobierno nacional, y por añadidura los regionales, no paran de improvisar en educación. Si bien es cierto que ya es hora de una reforma curricular, no es menos cierto que ésta debe fundamentarse en estudios serios de las necesidades de actualización del hecho educativo, y no en consideraciones politiqueras e ideologizantes salidas de una supuesta “consulta”, que no buscaba corregir las fallas que puedan existir en el Sistema Educativo, sino que fue una vulgar fachada diseñada sobre la base de objetivos prefabricados, que escondían la pretensión de este régimen desfasado y anacrónico de perpetuarse en el poder a través de la educación.

Los resultados de la cacareada “consulta” fueron sorprendentes. Por ejemplo, arrojó la necesidad de sustituir Inglés por la enseñanza de lenguas originarias. Me parece bien que conozcamos nuestros orígenes; pero olvidaron los desfasados “consultores” que el Inglés es el tercer idioma más hablado del mundo, y que la Tecnología y el Turismo, entre otros aspectos, requieren de su conocimiento y manejo. Determinó también la supuesta consulta la necesidad de fusionar asignaturas en áreas comunes: Geografía, Historia y Cívica en el área “Memoria, Territorio y Ciudadanía”, que probablemente será atendida por un mismo docente. Pero no dice nada de sus contenidos programáticos; que seguramente no responderán a las necesidades y prioridades del alumno; sino que obedecerán a los obscuros intereses ideológicos y de adoctrinamiento del régimen. Otro problema que se agrava con esta mal llamada reforma, es el que hasta ahora se ha presentado con las asignaturas de Física, Química y Biología, fusionadas en un área denominada “Ciencias Naturales”. No se percataron los “excelsos consultores” de la deficiencia que tenemos de docentes especialistas, más del 50%; y que además los pocos especialistas en Física que tenemos, por ejemplo, no tienen conocimientos en Química y Biología, asignaturas que también tendrán que cubrir. Pero por supuesto nadie pensó en la necesidad de formar a los docentes que atenderán esas áreas comunes. Tampoco pensaron estos “eruditos curriculares” en el trauma académico y social que ocasionarán a nuestros bachilleres cuando éstos lleguen a las universidades, y se consigan con profesores exigentes, como debe ser, en las distintas asignaturas. Obviamente no darán la talla, y tendrán que desertar y engrosar las listas de víctimas y victimarios de la delincuencia, uno de los notables “logros” del régimen socialista el siglo XXI. 

La reforma contempla igualmente la extensión de horarios; sin embargo, los “expertos reformadores” ignoraron otros “detallitos”: ¿Están acondicionadas las escuelas para albergar todo un día a alumnos y maestros? ¿Cuentan estas instituciones con comedores, material didáctico, laboratorios e instalaciones deportivas? ¿Estarán los docentes ganados a asumir esta reforma, cuando en este momento devengan los salarios más bajos de la historia y del mundo?

La única lectura que se deriva de esta anacrónica improvisación educativa, es la poca visión, real y futurista, que tiene el régimen del hecho educativo. Indudablemente estos seudorevolucionarios nunca se han paseado por el pensamiento educativo del Libertador, quien señalaba que “Las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con que camina la Educación”.  

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